miércoles, 11 de marzo de 2009

Yonkis del amor




Lucia Etxebarría, en su libro ya no sufro por amor, trata de desmitificar la dependencia amorosa, que a menudo se convierte en el drama de nuestras vidas.

Es curioso analizar de donde viene este afán por el sufrimiento, instalado en el mundo occidental.
Otras culturas y tiempos de la historia nos demuestran que no siempre fue así.
Este sufrimiento destructivo queda muy lejos del concepto de amor plasmado por Platón, que despreciaba a los que caían en la pasión sin control o también muy lejano del concepto de relación que tienen en otras culturas, como por ejemplo en China.

En China, solo se ama a la madre o a los hijos, la pareja es algo a lo que se tiene afecto y que sirve de compañía durante la vida, por eso, allí es posible que entiendan esa fiebre amorosa que padecemos, e incluso si un enamorado consultara allí a un psicólogo sobre enamoramiento y desvelos, sería tratado como un enfermo mental, contaminado de la corrupta basura occidental.

Lucia asegura sobre esta dependencia que: "La sociedad occidental esta plagada de yonquis del amor".

Pero este poso viene de lejos.En el influyen muchos factores y hoy me quedo con el que me gusta especialmente: el cultural, la tradición, la costumbre, la música.

Porqué es en un medio como la música donde se van narrando y se ve bien reflejadas, una a una las debilidades de este "yonki" del amor, con años de tradición que aun llegan a nuestros días.

Os dejo algunos ejemplos, seguro que nunca os habéis parado a pensar las barbaridades que se dicen en las canciones de amor/desamor.
Cuantas veces las hemos oído y las hemos tatareado, sin saber lo que realmente decían.

La entrega total:


Mira que pa mi en el mundo no hay na mas que tú...
...que si a prueba tu me pusieras por ti daría la vida.

Te lo juro yo.


La dependencia y total adaptación al otro y la postergación de lo propio:

A tu vera, a tu vera
siempre ala verita tuya
hasta que por ti me muera.

A tú vera.

La consagración al bienestar del otro:

Con tal que vivas tranquilo, qué importa que yo me muera
Te quiero siento la otra, como la que más te quiera.

La otra.

La convicción de que nunca se amo así y nunca después se volverá a amar así.

Solamente una vez ame en la vida...
...solamente una vez se entrega el alma
con la dulce y total renunciación.

Solamente una vez

El sentimiento de que nada vale tanto como esa relación:

Siempre fuiste la razón de mi existir
adorarte para mí fue religión.

Historia de un amor

La convicción de que el amor es un arrebato envolvente, algo superior a uno, que no se puede entender, que llega de pronto, contra lo que no se puede luchar.

No se por donde me vino este querer sin sentir
ni se porque desatino todo cambio para mi.

Me embrujaste.

El sufrimiento y la ansiedad constante por la relación.

Tal vez sería mejor que no volvieras
quizá fuera mejor que me olvidaras
volver es empezar a atormentarnos
a querernos para odiarnos, sin principio ni final.
Nos hemos hecho tanto tanto daño,
que amor entre nosotros es martirio
Jamás quiso llegar el desengaño ni el olvido ni el delirio
seguiremos siempre igual.

Encadenados.

Y por último, una copla para este miércoles:

La concepción del otro como el único y fundamental motivo de la existencia.
(La suplica hasta la humillación, y la aceptación incluso de la mentira con tal de consolar tal tormento):


Si tú me pidieras que fuera descalza,
pidiendo limosna descalza yo iría.
Si tú me pidieras que abriera mis venas
un río de sangre me salpicaría.
Si tú me pidieras que al fuego me echase,
igual que madera me consumiría.
Que yo soy tu esclava y tú el absoluto
señor de mi cuerpo, mi sangre y mi vida.
Y a cambio de eso, que bien poco es
oye lo que quiero decirte a ti:
Dime que me quieres, dímelo por Dios.
Aunque no lo sientas, aunque sea mentira,
pero dímelo.
Dímelo bajito,
te será más fácil decírmelo así.
Y el te quiero tuyo será pa' mis penas,
lo mismo que lluvia de mayo y abril.
Ten misericordia de mi corazón.
Dime que me quieres.
Dime que me quieres, dímelo por Dios.

Si no me mirasen tus ojos de almendra,
el pulso en las sienes se me pararía.
Si no me besasen tus labios de trigo,
la flor de mi boca se deshojaría.
Si no me abrazaran tus brazos morenos,
pa siempre los míos, en cruz quedarían.
Y si me dijeras que ya no me quieres
no sé la locura que cometería.
Y es que únicamente yo vivo por ti.
Que me das la muerte o me haces vivir.
Dime que me quieres, dímelo por Dios.
Aunque no lo sientas, aunque sea mentira,
pero dímelo.
Dímelo bajito,
te será más fácil decírmelo así.
Y el te quiero tuyo será pa' mis penas,
lo mismo que lluvia de mayo y abril.
Ten misericordia de mi corazón.
Dime que me quieres.
Dime que me quieres, dímelo por Dios.


No hay comentarios:

Publicar un comentario