martes, 19 de mayo de 2009

Cabellos trenzados en cuerdas de un telar...


Alexander Cabanel.


"Señor, Señor, te lo suplico, acuérdate de mí. Dame fuerzas sólo una vez más, y de un sólo golpe me vengaré de todos los filisteos por la pérdida de mis ojos.". Haciendo fuerza sobre las columnas, añadió: "Muera yo con los filisteos".

Estas fueron sus ultimas palabras, antes que todo el edificio se derrumbara y acaba con su vida y con la 3.000 filisteos.

Sansón siempre se empeña en culpar a los filisteos de su ceguera y sus desgracias, pero el verdadero motivo siempre fue una mujer.

Ya tuvo problemas con ellos, con su primera esposa, a la que acabarían matando, pero fue sin duda cuando conoció a Dalila cuando firmó su sentencia de muerte.

Dalila fue la dama que lo condujo por la senda de los problemas, y también era filistea.

Dalila era cómplice de los miembros de su pueblo, presididos por Hanún, su rey, y su propósito era conocer el secreto de la fuerza de Sansón.

Varias veces la mintió Sansón, alegando que solo seria vencido si le atasen con siete cuerdas húmedas, siete cuerdas nuevas o su ultimo engaño: diciéndole que se debilitaría si le atasen sus siete trenzas con hilos, sujetándolas con clavos.

John Francis Rigaud.


Todas las pruebas le fallaron a Dalila, hasta que le confesó la verdad, llevado por la seducción de la mujer, cuya cercanía y embrujo pudo mas que los votos del héroe.

Dalila, en posesión del secreto, lo durmió y le cortó su cabellera.

Hans Mackart


Esto le permitió a los filisteos dominarlo, sacarle los ojos, y llevarlo a Gaza donde se lo condenó a dar vueltas a una muela de molino.

Lovis Corinth.


Objeto de las burlas, humillado y ultrajado, imploró Sansón a Dios por la recuperación de sus fuerzas, en un templo filisteo donde se le rendía homenaje al dios Dagón, donde Sansón era obligado a permanecer como objeto de escarnio.

Y alli, perdió la vida, la fuerza y la voluntad, solo por su debilidad hacia Dalila.

2 comentarios:

  1. Esa es una de las historias del Antiguo Testamento que más se contaba a los niños, el peligro que la seducción de una mujer consuma la fuerza de la vida hasta la ceguera.

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  2. Esa maldita constumbre que tienen las Sagradas Escrituras de culpar a la mujer como inicio de todos los males del hombre.
    Desde Eva, hasta Dalila, pasando por Salomé.

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