lunes, 14 de septiembre de 2009

Siga apretando aunque mire mamá...



Vengo yo todas las tardes
a merendar al Hotel Ritz,
y tras el té suelo hacer mil locuras
con un galán que esta loco por mi.
Juntos a bailar salimos,
nos enlazamos con pasión,
y al final tengo yo que decirle,
toda llena de miedo y rubor:

“¡Ay no, por Dios,
no me baile uste asi,
ay por favor,
que me siento morir!
Tenga usted en cuenta
que mira mama,
y si se enfada
nos va a regañar.
Ay, suélteme,
no me oprima usted mas,
pues le diré,
si me quiere asustar,
que soy cardiaca
y, por esa razón,
no debo llevarme
ninguna emoción...

¡Auque cien años
llegara a vivir,
yo no olvidaría
las tardes el Ritz¡

Las mamas, cotorreando,
toman el te sin advertir
que en el salón, ay, las parejas
hablan de amor con atroz frenesí.
A las tres o cuatro danzas,
suele crecer nuestra ilusión,
y las niñas, a coro, decimos
rebosantes de satisfacción:

“¡Ay, yo no se
lo que pasa por mi,
pero ya ve
que me siento feliz!
Siga apretando,
aunque mire mama,
que si se irrita,
ya se calmara.
¡Ay, que placer
es bailar el foxtrot
con un doncel
que nos hable de amor...!

¡Aunque cien años
llegara a vivir,
yo no olvidaría
las tardes del Ritz!


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