lunes, 5 de abril de 2010

La virtud vacilante...


No todo el Rococó fueron redondeadas pastorcillas, que balanceaban sus curvas en columpios de flores.
Cuando surge el deseo moralizante de la pintura, nos encontramos ejemplos como el de Jean-Baptiste Greuze, que nos narra historias y moralinas, entre la inocencia y el erotismo de sus figuras femeninas.

Alabado por Diderot, fue criticado, a pesar de querer hacer pedagogia con sus pinceles, por algunos coetaneos por la frivolidad de sus imagenes.

Y es que Jean-Baptiste, plasma la pérdida de la virginidad con eternas metáforas, como la de un cántaro o un vidrio roto, pero sus modelos, miran sensualmente al espectador, la mayoria de las veces con un seno fuera.






Es en el cuadro "The Complain of the Watch",  que podríamos traducir libremente como la queja del reloj, y que también se denominó: la virtud vacilante...donde el pintor francés lanza su mensaje mas didáctico solamente con algunos detalles, que bien podéis ver .




La dama, como de costumbre, con su seno descolocado, acaba de terminar una relación carnal, nos lo dice su ropa, los lazos de su corsé sobre la silla, , las prendas sobre la colcha y lo que  es la prueba definitiva: la cama deshecha.

Sus labores ruedan desordenadas, el reloj indica el paso del tiempo, irrecuperable y sobre la mesa una carta vaticina el final de una relación.

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