Y oigo esta helada noche de sábado a Carlitos contarnos sus penas y se me dibuja una sonrisa...¡tanto esfuerzo para nada!.
De nuevo una mujer caprichosa se aprovecha de la buena voluntad y el encantamiento del amor de un hombre, para terminar paseando el codiciado abrigo pero del brazo de otro...
¡Ay Carlitos! cuantas cosas se hacen para que se las lleven otros ¿verdad?..y se nos queda cara de sonsos y se esfuma la ilusión...pero queda la deuda del recuerdo para siempre.
Aquel tapado de armiño,
todo forrado en lamé,
que tu cuerpito abrigaba
al salir del cabaret.
Cuando pasaste a mi lado,
prendida a aquel gigoló,
aquel tapado de armiño
¡cuánta pena me causó!
¿Te acordás?, era el momento
culminante del cariño;
me encontraba yo sin vento,
vos amabas el armiño.
Cuántas veces tiritando,
los dos junto a la vidriera,
me decías suspirando:
¡Ay, amor, si vos pudieras!
Y yo con mil sacrificios
te lo pude al fin comprar,
mangué a amigos y usureros
y estuve un mes sin fumar.
Aquel tapado de armiño
todo forrado en lamé,
que tu cuerpito abrigaba
al salir del cabaret.
Me resultó, al fin y al cabo,
más durable que tu amor:
el tapao lo estoy pagando
y tu amor ya se acabó.
Ilustración: El Armiño. Antonio Salvador.
No hay comentarios:
Publicar un comentario