Nos pasamos la vida,
en la espera del baile.
Una pieza, un descanso,
en el hastio infinito.
Llega el vals de los sueños
y te eleva en sus vueltas,
para arrojarte luego
al mismo sillón roto.
Nos pasamos la vida,
en la espera del baile.
Buscando el compañero
que acompase una danza.
Pero es siempre la misma
canción que desafina,
la seca sensación
de sentirse uno solo.
Nos pasamos la vida
en la espera del baile,
hasta que comprobamos
que han cerrado la sala.
Personal de limpeza
que invitan a marcharte
te recuerdan que yá
no sonarán mas piezas.
Aprendiz de primavera.
Foto:Robert Doisneau (Gentilly, 1912 - París, 1994)
Me ha recordado al Vals de Aleixandre:
ResponderEliminar... Pero el vals ha llegado.
Es una playa sin ondas,
es un entrechocar de conchas, de tacones, de espumas o de dentaduras postizas.
Es todo lo revuelto que arriba.
Pechos exuberantes en bandeja en los brazos,
dulces tartas caídas sobre los hombros llorosos,
una languidez que revierte,
un beso sorprendido en el instante que se hacía «cabello de ángel»,
un dulce «sí» de cristal pintado de verde...
Maravilloso, no lo conocía.
ResponderEliminarSupongo que hay un punto de sensibilidad donde los poetas, donde me incluyo, te incluyo e incluyo a Aleixandre coincidimos, sin saberlo.Telepatia.
un beso.