Recuerdo que era aun niña, cuando la tele y las revistas presentaban a Manolo Otero como el hombre mas guapo de España.
Digo España, porque un poco antes, el mas guapo de Francia era Alain Delon y seguro que en cada país, había un galán parecido.
Reflexionando un poco, lo cierto es que Manolo Otero no tenía una belleza extraordinaria, pero si un conjunto de cualidades que le hacían irresistible.
Mirada intensa, cara afilada, sonrisa atractiva y sobre todo la voz, la voz era la clave.
Manolo Otero parecía que te susurraba al oido cuando cantaba, parecía acercar esa sensación de bailar pegado a alguien en la disco y sentir el calor de su aliento cerca de la mejilla, imparable a deslizarse en búsqueda de los labios, para culminar en un beso.
Dicen que solo tuvo una canción famosa, la que os dejo, pero lo cierto es que siguió cantando, afincando en Brasil, hasta que hoy ha apagado su voz para siempre.
La verdad es que era guapito, bien peinado y picaron, como deben de ser todos los hombres, entre el puntito canalla y la ternura.
Descanse en paz, ahora que tiene todo el tiempo del mundo.
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