Ella lo sabía, lo intuia.
Hace tiempo que andaba inquieto, siempre pendiente de su movil.
Se cuidaba mas y amenudo, le descubría mirándose frente al espejo.
Otras veces, le encontraba con la mirada pérdida, exhausto buscando algo en el monte, o en el cielo.
Ese verano ella pensó que tenía que acabar con todas sus sospechas, y sobre todo matar la ocasión de posibles encuentros.
Instalados en el refugio vacacional, (y que tantas veces sirvió de encuentros clandestinos para él) planeó una estrategia, cambió fechas, invitó a familiares...todo estaba estudiado para no dejarle ni un momento solo.
¡Pobre pájaro enjaulado!
No le dejó ni un resquicio para escapar...
Así iban agonizando sus posibilidades de desfogar sus ansias, el deseo, las ganas...
Su amante observó todo desde lo alto, no esperaba nada, bien sabía que no había nada que esperar.
Siquierá sentía dolor o inquietud pues nunca se puede perder lo que nunca se ha tenido.
Una nubladisima mañana de agosto, el destino los unió en el largo paseo de los chopos.
Se saludaron de manera procotolaria.
Ella rió ante sus torpes excusas, ya se las sabía todas.
El no podía apartar los ojos de su escote, dorado y voluptuoso.
Ella volvió a sonreir entre la melancolía y la resignación, en lo mas intimo le daba pena su cobardia.
Pájaro con las alas cortadas, eso era, Txoria txori.
Lo que no sabía la legitima es que apesar de todos sus empeños, él volvería a buscarla, porque la necesitaba como savia nueva, para renovar su vida.
-No se pueden poner puertas al mar-
Aprendiz de Primavera.
Foto: Mariaje. Faro de Santa Catalina, Lekeitio,Bizkaia.2012
No hay comentarios:
Publicar un comentario