Resulta asombroso lo que puede dar de si una semana de vacaciones.
Solo es posible cuando se vive con intensidad intentando sorber cada segundo del día, respirando cada aroma, bañando los ojos de tonos y formas, asimilando párrafos fascinantes o escuchando la voz desgarrada del desahucio.
Así, me perdí en las callejuelas intemporales de Cadiz, o quizá debiera decir Gadir, admirada por los balcones que me llevan al recuerdo de alguna colorida casa señorial de la Habana, visitando la escultura conmemorativa a "la Pepa" , o viendo morir el día en el puerto, junto a las erosionadas rocas envueltas en verdín.
Sevilla en julio, cuando el sol todo lo llena, fuente entre sofocante escenario, artesones y filigranas de madera en las cubiertas, cerámica trianera llenando cada baranda y peldaño de la grandiosa plaza de España.
qué gusto, mariaje, tu blog, qué bien se está aquí, es todo tranquilidad
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santi
qUE ENVIDIA ME DAS MARIAJE ,PASATELO MUY BIEN JEJEJEJE
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