Hoy he dedicado la mañana del domingo a darme un garbeo por el Rastro de Madrid, el de Cascorro. Estaba abarrotado de gente, muchos madrileños, han convertido en costumbre pasar allí la mañana, y ahora con las fiestas, otros tantos se suman en búsqueda de algún regalito navideño. De pequeña iba mucho con mi padre, casi todos los domingos, hoy he comprobado que había rincones que no han cambiado nada, como el patio de tiendas de anticuarios y los puestos de jaulas de pájaros.
Tienen un punto que nadie ha logrado conseguir, puede ser la comunión entre la yema semiliquida y las patatas fritas en aceite de oliva, o la textura crujiente de su clara. Vale la pena probarlos, os lo recomiendo. Después, la calle de Arenal me ha regalado buenas muestras de este arte callejero, que cada vez se hace mas especializado. Hoy me ha sorprendido un hada que flotaba inexplicablemente en el vacío, o unos títeres de los Beatles.
El secreto de la levitación
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