Hoy he despedido las interminables celebraciones navideñas con la última comilona oficial, que ha traspasado ya hasta las fechas preestablecidas.
Esta avalancha de almuerzos, cenas y copeos, hacen desear a muerte una verdurita al vapor y una fruta fresca y olvidarse de todo tipo de viandas asadas, dulces y copichuelas que desequilibran el sistema digestivo hasta dejarlo convertido en una piltrafa.
Esta avalancha de almuerzos, cenas y copeos, hacen desear a muerte una verdurita al vapor y una fruta fresca y olvidarse de todo tipo de viandas asadas, dulces y copichuelas que desequilibran el sistema digestivo hasta dejarlo convertido en una piltrafa.
Hoy el lugar ha sido algo fuera de lo común, por su iconografía taurina, un restaurant: Puerta Grande, que lleva toda la vida cerca de la plaza de Toros de las Ventas y que esta practicamente empapelada con fotos de toreros.
Claro, se hace extraño, comer entre tanto cuerno y sentir como te observan los ojos cristalinos de zainos y cárdenos.
Eso si, el rabo de toro estaba excelente, es el plato que recomiendo en este lugar, por su buena textura y el delicioso sabor de su salsa.
Tipismo y y una buena ocasión para despedir estas Navidades, que parecen no querer dejarnos sin el manto de la nieve que ha cubierto la ciudad en un par de horas.
Ahora a empezar el año, lejos queda el turrón y los espumillones, es tiempo de nuevos retos.
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