Hay historias en la prensa, que parecen sacadas de un guión de cine.
Se nos presentan extrañas y ajenas y casi imposibles de ser pensadas o vividas.
Cuando son muchos los que no soportan la blancura de una bata de hospital o ese olor aséptico que tanto los caracteriza, nos enteramos que hay personas que no han conocido otro hogar mas que ese.
La historia de Agapito, recien fallecido, asi nos lo prueba, porque su vida no fue una existencia al modo tradicional desde el mismo momento que le abandonaron con tres años en la puerta del Hospital Provincial de Sergas.
Este seria un caso de los muchos que pueblan las historias, solo que Agapito, hizo del Hospital su vivienda para siempre, debido a una enfermedad que lo acompañaba.
Gracias a un subsidio que le pasaba la Fundación Sálvora, que se ocupa de personas que no tienen a nadie que los cuide, pudo disfrutar de su estancia, con los privilegios que le concedió la veterania.
Llegó seguramente, a ver este centro como su único hogar, y al celador que le llevó a ver el mar, como su única familia.
Casos, que nos hacen pensar, que en su prisión tal vez Agapito fue mas feliz que otros viviendo en lujosas residencias y sin el cariño de nadie.
Durante su entierro, su "gran famlia" del Hospital lo acompañó emotivamente.
Durante su entierro, su "gran famlia" del Hospital lo acompañó emotivamente.
Historias de hospitales y de soledades, para esta tarde de miércoles.
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