jueves, 23 de octubre de 2008

Ignorar la obviedad.





Te empeñas,
cada día te empeñas:
en hacer del calendario aniversarios;
en pedir explicación a las paredes,
en latir al compás de infartos ciertos.

Confías,
cada día confías:
en que no es lluvia de otoño lo que moja,
sino el roció brillante, de una mañana verde;
ni es espera el silencio amordazante,
sino pausa serena y relajada.

Ignoras,
cada día ignoras:
que no es la realidad, lo que te esperas,
que obcecada te asomas a una parte,
cuando te está esperando: el todo entero.

Aprendiz de primavera.

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