lunes, 9 de octubre de 2006

La muerte con tarjeta de visita.



No se le da valor a las cosas hasta que no nos vemos amenazados por su inminente pérdida.
La vida gris del funcionario Watenabe parece colorearse paradójicamente (como el film de El Mago de Hoz de Judy Garland) con la trágica noticia de su anunciada muerte.


La película en sí, es una obra de arte,pero tiene momentos mágicos de una intensidad asombrosa;como la escena entre Watenabe y otro paciente que le va enumerando los síntomas fatales y el rostro aterrado del protagonista al reconocerlos en él mismo.
Hay detalles sorprendentes:el camino a casa en silencio,ensimismado por la noticia y la advertencia de un bocinazo, al cruzar una calle,de que la vida sigue fuera..

Watenabe es ahora cuando empieza a vivir,cuando se atreve a ser feliz con una muchacha, ebrio y trasnochador,cuando intenta solucionar el bien social cansado de una ineficaz sistema burocrático japonés que nunca vela por el pueblo: solo se conforma con seguir haciendo crecer la torre de expedientes y sellos-inservibles todos ellos.-

Y no es un film que acaba con la muerte..acaba con la esperanza de la vida, de vivirla,aunque no contemos con el preciso anuncio -como Watenabe- de saber la llegada de su fin.



Ficha técnica.

1952. IKIRU (Vivir)
Japón. Productor: Sojiro Motoki.
Guión: Shinobu Hashimoto, Akia Kurosawa, Hideo Oguni.
Fotografía: Asakazu Nakai, en b/n. Música: Fumio Hayasaka.
Diseño de producción: So Matsuyama.
Dirección artística: Yoshiro Muraki.
Montaje: Fumio Yanoguchi.
Duración: 143 min.
Intérpretes: Takashi Shimura (Kanji Watanabe), Shinichi Himori (Kimura), Haruo Tanaka (Sakai), Minoru Chiaki (Noguchi), Miki Odagiri (Toyo Odagiri), Bokuzen Hidari (Ohara), Makoto Kobori (Kiichi Watanabe), Nobuo Kaneko (Mitsuo Watanabe).

Director:
Akira Kurosawa

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