No, no fue tan efímera la historia
de nuestro amor: entre los folios tersos
del libro virginal de tu memoria,
como pétalo azul está la gloria
doliente, noble y casta de mis versos.
No puedes olvidarme: te condeno
a un recuerdo tenaz. Mi amor ha sido
lo más alto en tu vida, lo más bueno;
y sólo entre los légamos y el cieno
surge el pálido loto del olvido.
Me verás dondequiera: en el incierto
anochecer, en la alborada rubia,
y cuando hagas labor en el desierto
corredor, mientras tiemblan en tu huerto
los monótonos hilos de la lluvia.
¡Y habrás de recordar! Esa es la herencia
que te da mi dolor, que nada ensalma.
¡Seré cumbre de luz en tu existencia,
y un reproche inefable en tu conciencia
y una estela inmortal dentro de tu alma!
Amado Nervo. En voz baja. Inmortalidad.
"Biblis"oleo de William Bougereau.
Qu� sabrozo, gracias por recordarlo y mantenerlo vivo.
ResponderEliminarEstá bien rescatar a Amado Nervo. Era un tipo elegante, de otro tiempo, desde luego; su poesía no es hoy la más reivindicada del mundo con toda seguridad. Así es una biblioteca, un juego de espejos en el que recuperas desde el olvido a un poeta que canta precisamente al recuerdo.
ResponderEliminarPor eso apunto otro verso, célebre y celebrado, sobre el olvido, el amor, el recuerdo... y eso que a todos nos ha pasado alguna vez: "es tan corto el amor y tan largo el olvido", una verdad absoluta (de las pocas que hay) del Poema 20 de Neruda (Pablo, por supuesto) Sí, es el mismo poema del "Puedo escribir los versos más tristes esta noche".
PD. Una confesión, M.B. No consigo cerrar la página porque se me ha quedado la vista atrapada en el cuadro de hoy. Siento ser tan pedestre, pero es la chica más sugerente del mundo, y siento no hablar ahora con los ojos del arte. Gracias.
Biblis era hija de la ninfa Ciarea y del dios-río Meandro, aunque las versiones varían.
ResponderEliminarBiblis se enamoró de su hermano gemelo, Cauno. Cuando intentó seducirlo Cauno horrorizado huyó de Mileto a Caria, donde fundó la ciudad de Cauno. Biblis mientras tanto erraba por Asia en su busca. Finalmente las ninfas apiadadas de su dolor la transformaron en una fuente.
Su poder de seducción es directamente proporcional al de el deseo de lo prohibido.
Transformada en una fuente... Si se pudiera beber en y de ella... Me salen juegos de palabras a cual más tonto (y todos facilones) del tipo "ardiente refresco", en fin, un desastre esta mañana.
ResponderEliminarEs fácil imaginar su poder de seducción (no hay más que detenerse un instante ante el lienzo) En cualquier caso, pisando como estoy territorios resbaladizos, me encierro en mi concha a pensar (sólo un rato) hasta qué punto (pequeño, creo) la seducción entra por la vista y hasta dónde lo esencial (gracias Antoine S.Ex.) es invisible a los ojos.
Lo mejor es que en ocasiones coinciden las dos cualidades, quizá le ocurría eso a Biblis.