Eco y Narciso.John William Waterhouse.
Cuando la madre de Narciso preguntó al sabio Tiresias cuanto viviría su hijo..este le contestó:-
Cuando la madre de Narciso preguntó al sabio Tiresias cuanto viviría su hijo..este le contestó:-
"Muchos años si no se ve a si mismo".
Era un muchacho tan hermoso que desde que nació fué amado por todas las ninfas.
Eco a su vez, había sido castigada por Juno, al sorprenderla con Jupiter, a que su boca no pronunciaría sino las últimas sílabas de aquello que quisiera expresar.
Pues bien, viendo Eco a Narciso quedó enamorada de él sientiendo una pasión desenfrenada por el bello jovén.
Y cuando al fin le declaró su amor..Narciso la rechazó dejándola sumida en una profunda desesperación.
Asi Eco menospreciada, se refugió en los bosques pensando:
"¡ojalá cuando él ame como yo amo, se desespere como me desespero yo!"
Némesis, diosa de la venganza escuchó su ruego.
En un valle encantado había una fuente de agua extremadamente clara, que jamás había sido enturbiada ni por el cieno ni por los hocicos de los ganados.
Era un muchacho tan hermoso que desde que nació fué amado por todas las ninfas.
Eco a su vez, había sido castigada por Juno, al sorprenderla con Jupiter, a que su boca no pronunciaría sino las últimas sílabas de aquello que quisiera expresar.
Pues bien, viendo Eco a Narciso quedó enamorada de él sientiendo una pasión desenfrenada por el bello jovén.
Y cuando al fin le declaró su amor..Narciso la rechazó dejándola sumida en una profunda desesperación.
Asi Eco menospreciada, se refugió en los bosques pensando:
"¡ojalá cuando él ame como yo amo, se desespere como me desespero yo!"
Némesis, diosa de la venganza escuchó su ruego.
En un valle encantado había una fuente de agua extremadamente clara, que jamás había sido enturbiada ni por el cieno ni por los hocicos de los ganados.
A esa fuente llegó Narciso e inclinandose en el cesped para beber, Cupido le clavó, por la espalda, su flecha...
...Lo primero que vió Narciso fué su propia imagen, reflejada en el cristal del agua.
Insensatamente creyó que aquel rostro hermosísimo que contemplaba era de un ser real , ajeno a sí mismo.
El objeto de su amor era... él mismo. ¡ Y deseaba poseerse!
...Lo primero que vió Narciso fué su propia imagen, reflejada en el cristal del agua.
Insensatamente creyó que aquel rostro hermosísimo que contemplaba era de un ser real , ajeno a sí mismo.
El objeto de su amor era... él mismo. ¡ Y deseaba poseerse!
Pareció enloquecer...
¡No encontraba boca para besar! Como una voz en su interior le reprochó: "¡insensato!" "¿cómo te has enamorado de un vano fantasma? Tu pasión es una quimera, retírate de esa fuente y verás como la imagen desaparece. Y, sin embargo, contigo está, contigo ha venido, se va contigo... ¡y no la poseerás jamás!."
Narciso al contemplarse en la misma fuente lloraba ebrio de pasión, ante su propia imagen diciendo: -" Espérame, eres la única persona a quien yo adoro. El placer de verte es el único que queda a tu desventurado amante."
Poco a poco Narciso fue tomando una sutilisima gama de colores del amarillo al blanquecino y dorado.
¡No encontraba boca para besar! Como una voz en su interior le reprochó: "¡insensato!" "¿cómo te has enamorado de un vano fantasma? Tu pasión es una quimera, retírate de esa fuente y verás como la imagen desaparece. Y, sin embargo, contigo está, contigo ha venido, se va contigo... ¡y no la poseerás jamás!."
Narciso al contemplarse en la misma fuente lloraba ebrio de pasión, ante su propia imagen diciendo: -" Espérame, eres la única persona a quien yo adoro. El placer de verte es el único que queda a tu desventurado amante."
Poco a poco Narciso fue tomando una sutilisima gama de colores del amarillo al blanquecino y dorado.
El ardor le consumía . La metamorfosis duró escasos minutos. Después de ellos, de Narciso no quedaba sino una flor hermosísima, al borde de las aguas, que se seguía contemplando en el espejo cristalino.
A los llantos y a las lamentaciones de su desaparición que hacian ninfas y enamoradas, contestaba Eco... cuyo cuerpo no se pudo encontrar.
A los llantos y a las lamentaciones de su desaparición que hacian ninfas y enamoradas, contestaba Eco... cuyo cuerpo no se pudo encontrar.
Y, sigue aun, por valles y montes, en todas las partes del mundo, respondiendo Eco a las últimas sílabas de toda voz humana.
Libro III.Metamorfosis .Publio Ovidio Nason.
El narciso florece en año nuevo, en algún sitio he leído que por esa razón es una flor amable a la que en China consideran un signo de buen augurio. Nosotros hemos sido menos atentos, es injusto que simbolice el egoísmo. Las flores no deberían arrastrar cargas tan pesadas ¿no te parece?. Después de leerte esta mañana yo también me acabo de regalar una flor, así es la vanidad.
ResponderEliminarAsi es Trilce..todos nos amamos..y él que no se ama y no se ve hermoso a sí mismo..esta siempre desesperado..como Narciso,
ResponderEliminaren contradición con su propio yo, buscando el consuelo que solo él poseé, porque habita en su interior.
En el fondo de no pocas actitudes públicas (al menos de las que acaban cobrando forma de titular) se esconde el problema que apuntas. Todos arrastramos nuestra cadena de frustraciones y complejos. Miente quien diga que no, pero una cadena no tiene por qué ser siempre una condena. Cuando no domesticamos nuestros fantasmas (es fácil hacerlo) volcamos nuestra proyección de rabia sobre los demás, sin importar el contenido ni el alcance. Es terrible ver con qué facilidad los que dicen amarnos con enorme ardor patriótico y aseguran velar por nosotros no se aman a sí mismos. Su duelo con el espejo nos arrastra. Son feos y nos quieren hacer feos por eso. Ay madame, ¿quién inventaría los espejos?
ResponderEliminarsi detrás de cada valle y cada monte está Eco, detras de cada espejo está Narciso.
ResponderEliminarBLOG AND ROLL
Lo de los espejos debe ser cosa de la madrastra de Blancanieves..en todos los cuentos populares..encontramos respuestas.
ResponderEliminarEn fin. De Narciso al narciso, del narciso a los feos (sobre todo de espíritu y algunas cosas más, como cuenta-canta Aute), y de los feos a los espejos. Por eso lo he querido anotar en mi cuaderno esta mañana. El antídoto a ese veneno es una palabra de siete letras: belleza.
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