Hinchada el agua, espumajea,
mientras sentado el pescador
que algún pez muerda el anzuelo
plácido aguarda y bonachón.
De pronto la onda se rasga,
y de su seno-¡oh maravilla!-
toda mojada, una mujer
saca su grácil figurilla.
Y con voz rítmica le increpa:
-¿Por qué, valiéndote de mañas,
hombre cruel, tiras de mí
para que muera en esta playa?
¡Si tú supieras qué delicia
allá se goza bajo el agua,
tal como estas te arrojarías
al mar, dejando en paz la caña!
¿No ves al sol, no ves la luna
cómo en las ondas se recrean?
¿Doble de hermosos no parecen
cuando en las agujas se reflejan?
¿No te seduce el hondo cielo
cuando su azul, húmedo muestra?
Cuando este aljófar lo salpica,
¿del propio rostro no te prendas?
Hinchada el agua, espumajea,
del pescador lame los pies;
siente el cuidado una nostalgia,
cual si a su amada viera fiel.
Cantaba un tanto la sirena,
todo pasó en un santiamén;
tiró ella de él, resbaló el hombre,
nunca más se dejó ver.
El pescador. Johann Wolfgang Goethe
Oleo: The Fisherman and the Syren.
Lord Frederick Leighton
Joer, precioso el poema de Goethe. Me gusta leer tu blog por las cosas con las que nos deleitas.
ResponderEliminarSalud.
Te cuidado Emilio..a ti que te gusta pasear por la playa...no estas exento de encontrarte una sirena...
ResponderEliminarPor cierto, veo el cuadro y comparándolo con la foto de portada de El País Semanal de hoy domingo, obra del fotógrafo Gérard Rancinan, veo muchas y agradables similitudes: la pasión del sexo junto con la ternura del amor y el deseo de compartir la satisfación mutua por parte de sus protagonistas. Y además expresado sin falsos tabúes y lleno de emotividad. Me ha encantado.
ResponderEliminarY no sólo en la playa, como sabes. Lo peor es que hay también sirenas de asfalto que te acaban dejando el corazón lleno de escamas.
ResponderEliminarDe las mujeres fatales..es fácil mantenerse prevenido..
ResponderEliminarLo dificil es no caer en la seducción de una con cara de angel.
El delito sería no dejarse seducir por ese ángel con alas en las pestañas.
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