Ayer domingo no terminó de calentar el sol en todo el día.
Esta vez , el paseo fue por el Parque de la Fuente del Berro.
Este parque se encuentra en la zona oriental del casco urbano de Madrid, entre las calles Jorge Juan, O´Donnell y la M-30.
A principios del siglo XVII, el duque de Frías era el propietario de esta "casa de campo"con huerta.
En 1640 FelipeVI compró la propiedad, pero luego se lo dona a unos monjes que habían sido expulsados del Monasterio de Monserrat.La condición era poder utilizar todo el agua que brotaba abundantemente de la llamada fuente del Berro.Su calidad era tan excelente que todas las reinas posteriores solo beben de ese agua, incluso Carlos III mandó cerrar la fuente y transportar todo el agua a sus residencias del Retiro, Palacio Real ,Aranjuez, El Escorial...
Le atribuyeron propiedades curativas y hasta afrodisiacas.
Hoy día, a penas tiene caudal y su potabilidad es muy dudosa.
Posteriormente pasó por otras manos y en el siglo XIX quiso albergar unos parques de atracciones al modo de "Campos Elisios".
No fue posible, y fue en el siglo XX cuando se hacen los principales trazados y jardines de mano de Cecilio Rodriguez y Gras.
En 1968 pasa a manos del Ayuntamiento de Madrid, que la une al parque Sancho Dávila y la cierra con pantallas acústicas, para proteger las especies vegetales de la terrible M-30.
Tres son las bellas esculturas que destaco del paseo, aunque hay otras modernas diseminadas, que conjugan bien con el paisaje.
La primera de ellas es la del escritor ruso Alexander Pushkin, (ubicada aquí desde 1980).
Su majestuosa actitud parece dominar lo que le rodea, con la paciencia que da el tiempo que no pasa.
La segunda me sorprende entre los árboles con una delicadeza, que casi deja percibir el sonido del violín, se trata del músico Enrique Iniesta.
Y por último un grupo que representa el homenaje de Madrid a G.A.Bécquer.
El poeta contempla por un lado una pareja de amantes, sumergidos en la frialdad del estanque y bajo el escritor reposa el ideal de su amor: la" poesía eres tu".
No hay mucho mas que ver, algún templete, algún palomar y el Palacete que sirvió de lugar de recreo y hoy alberga actividades municipales .
Término el recorrido esta vez por donde se empieza, pero me sierve para contemplar un curioso "Pirulí " espiando a la pobre torre mudéjar que le han quebrado los cristales.
Eso es una pena! Además de todas las pintadas y algún que otro destrozo, no se puede dejar morir así un parque tan hermoso, debería estar mas cuidado como lo están otros parques de Madrid.
Casi a las 14:00 de la tarde me retiro, el paseo ha estado bien, aunque el sol no ha querido calentar el recorrido, si ha dejado escapar algún rayo para bañar de luz, esta cornisa clásica del Palacete.
Me ha encantado, no he estado nunca...pero estaré.
ResponderEliminarmuy bonito el parque
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