Cuentan que una tarde de otoño, allá por 1243, unos pastores que conducían sus ovejas merinas por tierras segovianas, decidieron acampar en el término de Moral de Hornuez.
Bajo una sabina, insistieron una y otra vez en prender una hoguera que les ayudara a pasar el frio de la noche, pero el árbol no ardía.
Cuando levantaron la vista, vieron la imagen de una Virgen, en lo alto del árbol, que era la causa de la incombustibilidad de la sabina.
Por lo milagroso del hecho, allí se levantó una pequeña ermita con la imagen, que en 1913, paradójicamente, fue devorada por las llamas de un incendio, provocado por las mismas velas que le alumbraban.
Pero los devotos, volvieron a construir una nueva edificación esta vez, mas grandiosa, donde los creyentes celebran, desde entonces, romería por mayo.
Este verano, digamos que volvió a ocurrir el milagro.
A finales de julio, visité Moral de Hornuez, en un día de diario, el paisaje y lo grandioso de su naturaleza desbordante se presentó ante mis ojos en absoluta exclusividad.
Era un espectáculo sorprendente, en medio de la llanura segoviana, con los rigores del verano, encontrar este pequeño oasis, con su maravillosa vegetación y lo fantasioso de sus milenarias sabinas.
Dicen, que en Castilla, por enebro se entiende sabina, y de ellas está poblado el sabinar de Hornuez; son el único árbol capaz de sobrevivir en estos áridos páramos conviviendo con el sol, el hielo y el viento.
Miles de años han modelado los troncos de estas sabinas, troncos abrazados unos a otros, enhebrados savia con savia...
Y os preguntareis que por qué volvió a ocurrir el milagro.
Pues porque el 6 de agosto, las llamas quisieron acabar con todo este paisaje de ensueño y el incendio de Honrubia de la Cuesta, obligó a desalojar el pueblo entero de Moral de Hornuez.
Pero el sabinar se salvó y ahí continua, en su exclusivo reducto, esperando nuevos visitantes que sueñen entre sus enebros enhebrados.
Bajo una sabina, insistieron una y otra vez en prender una hoguera que les ayudara a pasar el frio de la noche, pero el árbol no ardía.
Cuando levantaron la vista, vieron la imagen de una Virgen, en lo alto del árbol, que era la causa de la incombustibilidad de la sabina.
Por lo milagroso del hecho, allí se levantó una pequeña ermita con la imagen, que en 1913, paradójicamente, fue devorada por las llamas de un incendio, provocado por las mismas velas que le alumbraban.
Pero los devotos, volvieron a construir una nueva edificación esta vez, mas grandiosa, donde los creyentes celebran, desde entonces, romería por mayo.
Este verano, digamos que volvió a ocurrir el milagro.
A finales de julio, visité Moral de Hornuez, en un día de diario, el paisaje y lo grandioso de su naturaleza desbordante se presentó ante mis ojos en absoluta exclusividad.
Era un espectáculo sorprendente, en medio de la llanura segoviana, con los rigores del verano, encontrar este pequeño oasis, con su maravillosa vegetación y lo fantasioso de sus milenarias sabinas.
Dicen, que en Castilla, por enebro se entiende sabina, y de ellas está poblado el sabinar de Hornuez; son el único árbol capaz de sobrevivir en estos áridos páramos conviviendo con el sol, el hielo y el viento.
Miles de años han modelado los troncos de estas sabinas, troncos abrazados unos a otros, enhebrados savia con savia...
Y os preguntareis que por qué volvió a ocurrir el milagro.
Pues porque el 6 de agosto, las llamas quisieron acabar con todo este paisaje de ensueño y el incendio de Honrubia de la Cuesta, obligó a desalojar el pueblo entero de Moral de Hornuez.
Pero el sabinar se salvó y ahí continua, en su exclusivo reducto, esperando nuevos visitantes que sueñen entre sus enebros enhebrados.
No hay comentarios:
Publicar un comentario