El se marchó en octubre,
una mañana ciega;
fue cayendo el aroma
de su piel, en olvido;
lo claro de sus ojos,
los nervios contenidos.
El se marchó en octubre,
y con él: sus quimeras.
y hoy el tiempo emborrona
los rasgos de su cara
y la distancia, rompe
fulmina y envenena.
No , no hubo terceros
tan solo la impotencia
la negación, lo absurdo
la carne no palpada,
las dichas no sentidas,
las ansias no colmadas.
Y al fin reflexionó:
No hubo culpables,
verdugos o vencidos
espacios insalvables,
tan solo la dolencia
de un amor no vivido.
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