Disfruto, cual turista, de las últimas mieles de Septiembre, Madrid, me abre las puertas, tras el acostumbrado desayuno en San Ginés, que pone fin al verano, en una visita que se ha convertido en una tradición.
Visitantes, mimos, palomas y hasta improvisadas coladas, en los áticos de una Plaza Mayor de cielo aborregado, que mas intuye el otoño que el hastío.Madrid me sigue enamorando, desde su casticismo, su oda al souvenirs y ese aire de corte antigua que nunca llegó a perder.
Para hacerse chauvinista madridista. El que todavía no lo sea, claro.
ResponderEliminarDe Madrid al cielo ................;)
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