Era la Gloria vestida de tul,
con la mirada lejana y azul,
que sonreía en un escaparate,
con la boquita menuda y granate,
y unos zapatos de falso charol
que chispeaban al roce del sol.
Limpia y bonita, siempre iba a la moda,
arregladita como pa ir de boda.
Y yo...todas las tardes la iba a ver,
porque yo amaba a esa mujer
de cartón piedra,
que, de San Esteban a Navidades,
entre saldos y novedades
hacía más tierna mi acera...
No era como esas muñecas de Abril
que me arañaron de frente y perfil,
que se comieron mi naranja a gajos,
que me arrancaron la ilusión de cuajo.
Con la presteza que da el alquiler
olvida el aire que respiró ayer,
juega las cartas que le da el momento.
Mañana sólo es adverbio de tiempo...
¡No!
Ella esperaba en su vitrina
verme doblar aquella esquina,
como una novia,
como un pajarillo, diciéndome:
Libérame, libérame
y huyamos a escribir la historia...
De una pedrada me cargué el cristal
y corrí, corrí con ella hasta mi portal.
Toda la dicha me estalló en los brazos.
Nos sonreía la luna de Marzo...
Bajo la lluvia, bailamos un vals,
un, dos, tres, un, dos, tres,
todo daba igual.
Y yo le hablaba de nuestro futuro,
y ella lloraba en silencio, os lo juro...
Y entre cuatro paredes y un techo,
se reventó contra mi pecho
pena tras pena.
Tuve en mis manos el Universo...
Hicimos del pasado un verso
perdido dentro de un poema...
(Recitado)
Y entonces... llegaron ellos.
La arrancaron de mis brazos
y me han encerrado entre estas cuatro paredes blancas.
Donde vienen a verme mis amigos
de mes en mes,
de dos en dos,
y de seis a siete.
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