¿Quién no ha deseado aporrear un tambor, gritar hasta romper todos vidrios posibles cuando las circunstancias no nos son gratas, no nos gustan?
Oskarcito tenía la valentia o la crueldad de hacerlo.
Su forma de rebelarse ante lo que le era adverso o desagradable se convirtió en su esquema de comportamiento, sistemático y estable.Inalterable.
Se niega a crecer, responsabilizando a todo su entorno, con esa enfermiza necesidad de hacerse el captador de la atención de todos sus familiares.
Oskarcito, no podía vivir sin su tambor, no hubiera sabido afrontar la realidad sin ese comodin.
Ese entorno donde se desarrolla el niño, bien lo conoce su autor Gunter Grass.
Este año, el premio nobel, cumplirá 80 años, pero no ha querido dejarnos sin confesar su pasado mas temido:el haber pertenecido en su juventud a las Waffen-SS de Hitler.
Fué a los 17 años, no dió un tiro en su vida, y pronto supo rectificar, pero debió de dejarle profundamente marcado para callarlo por tanto tiempo.
El caldo de cultivo de El tambor de hojalata muestra ese clima donde germina el sentimiento nazi.
El padre de Oskarcito, (al menos el adoptivo) retira el cuadro de Beethoven por el del führer, para hacer la operación inversa de nuevo, cuando triunfan los aliados.
Tiempos de guerra y tétrico paisaje para un niño.
Sin duda las mujeres tienen un importante papel en su vida programada..desde su abuela, (matriarca de amplias faldas, refugio de todos,) hasta su madre, atormentada Agnes que no sabé como desprenderse de su tosco marido,cargando un infinito sentimiento de culpa por su infidelidad con su primo que todos sabemos donde le conduce..(y no desvelaré por si alguien no ha visto la película aún o leido la novela.)
En el amor..Oskarcito también maneja la situación a su antojo, primero con Maria, y luego con su amor italiano cirquense.
Una existencia truculenta, narrada por el mismo, por su modo egocentrico de ver la vida.
La sombra de la desgracia siempre le persigue, parece atraerla.
Al igual que el flautista de Hammelin atraia con su flauta ratas y niños de la ciudad, Oskarcito llama con su hístérico redoble al más oscuro y delirante de los mundos, que acude presto al sonido de su tambor de hojalata.
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