Acaban las celebraciones, casi que me alegro.
Fin del derroche y el espumillón, el cava y la necesidad de ser feliz sin necesidad.
Las luces cegadoras, la pandereta y el malgasto...
Os invito a la vuelta a la normalidad, con algo tan estupido como el amor.
Sed felices y disfrutad de la rutina, enero promete sorpresas.
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