Cuando no nos queda un resquicio de paz en la gran urbe, el humo invade los amaneceres, de igual modo que los crepúsculos.El ruido hace irreconocible cualquier intento de trino de los pájaros.
El mismo movimiento de los transeúntes, impregna un compás marcado de aceleración del que es difícil escapar.
Cuando todo eso pasa, abro la puerta de mi ático y me reinvento en otro espacio, rodeada de una naturaleza desbordante, donde, por unos momentos, la calle de Alcalá, es una dulce cañada y las pinzas de la colada son petirrojos posados sobre las cuerdas.
Por un momento he logrado atrapar la primavera en la urbe, un instante de mi imaginación.
Metáforas, solo sueños momentáneos...¡Pero tan placenteros!.
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lunes, 12 de mayo de 2008
Primavera en la urbe
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Hola, están hermosas las fotos y estupendo el texto!! Para huir no hay que marcharse muy lejos, me gustó mucho la propuesta de reinventarse en otro espacio. Muy originales tus petirrojos sobre cuerdas.
ResponderEliminarSaludos,
Isamari
Querida amiga. De vez en cuando visito tu blog para recordarte y para disfrutar de tus hermosas fotografías.Las de las pinzas, preciosas. ¿tienes esas flores de verdad? qué envidia...Muchos besos, rosa de Madrí.
ResponderEliminarMerche
Muchas gracias a las dos.
ResponderEliminarSi, Merche tengo esas petunias, y geranios y margaritas...dan un poco de trabajo pero vale la pena, nadie diria que estoy en pleno centro cuando salgo a mi terraza.
un beso.