Soledad Existencial

La vida pasa lenta y pausadamente.
Aun así, los días se nos escapan de las manos, sin darnos cuenta que han caducado.
Así pasa frente a nosotros el mundo real de Adela y Antonia.
Real, cercano, asombrosamente creíble.
Todo este clima de lo cotidiano y lo cercano, parece romperse cuando Jaime Rosales decide hacer -despertar al espectador- de esta calma aparente.

La originalidad de un espacio duplicado en la pantalla, nos abre la posibilidad de contar con dos ángulos distintos pero hermanados por el tiempo y el argumento.




Con suma parsimonia, con exquisito detalle, antes del nuevo acontecer, se nos presenta el escenario vacio, como una premonición de lo venidero.





Los diálogos también se nos ofrecen desde dos posiciones distintas, te puedes sentir cualquiera de los dos contertulios, integrarte plenamente, en la vida diaria de sus personajes.





Nada es previsible, siquiera adivinable, por lo que he sido extremadamente cuidadosa de no desvelaros ningún dato para no perturbar el visionado de La Soledad, para los que aun no la hayáis visto.

La Soledad es un canto a la Soledad existencial, aun cuando estamos rodeados de gente.
Sentir la sensación de estar solos, solos con nuestro yo.
Dejar pasar la muerte al escenario de nuestros días, como una rutina mas, un episodio mas, inevitable y ciertamente seguro.

Una película de la que no se puede dejar escapar ni un detalle, por lo que aconsejo verla "en soledad" sin comentarios ni disturbios.

Altamente recomendable.